El año en el que empezó la destitución de Donald Trump

18 de diciembre, momento en el que Nancy Pelosi, portavoz del Congreso, declara que el voto a favor del impeachment ha ganado.

La palabra impeachment sobrevolaba Washington D.C. cada vez que estallaba un escándalo relacionado con el 45 presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Hasta que llegó el 24 de septiembre, el día que los demócratas decidieron iniciar un proceso de impeachment.

Los demócratas, con el liderazgo de la portavoz en el Congreso, Nancy Pelosi, impulsaron el proceso de impeachment a raíz del contenido de una llamada telefónica entre Donald Trump y el presidente ucraniano, Volodymyr Zlenskyy. En la llamada, el presidente estadounidense pedía insistentemente a su homónimo ucraniano que investigase a su principal rival político del momento, el candidato demócrata Joe Biden y a su hijo, Hunter Biden. A finales de año se votó a favor del impeachment en la Cámara de Representantes, después de que el comité judiciario del Congreso aceptara seguir adelante tras semanas de investigación.

Los artículos de impeachment votados a favor son dos: abuso de poder (quid pro quo) y obstrucción al Congreso. Según los artículos, Trump usó una cita con el presidente ucraniano en la Casa Blanca y unas ayudas militares de 400 millones de dólares para que Ucrania lanzara esas dos investigaciones “para su propio beneficio político y personal”, cuenta el periodista Emilio Doménech en su newsletter La Wikly.

El funcionamiento del proceso de impeachment

El proceso de impeachment consta de cinco pasos sin atajos. Primero se inicia una investigación, un juicio político, para reunir pruebas sobre la supuesta irregularidad. Seguidamente, si los comités de investigación determinan que hay evidencia suficiente pueden recomendar qué cargos o artículos hay que presentar contra el presidente. Éste es el punto en el que Estados Unidos termina el año.

A partir de ahí se necesita una mayoría en la Cámara de Representantes para que se aprueben dichos artículos. Si todo procede, el proceso se traslada al Senado, donde se lleva a cabo otro juicio político, con la presidencia del juez principal de la Corte Suprema. Por último, se necesita que dos tercios del Senado voten a favor del impeachment para destituir al presidente de su cargo y poner al vicepresidente en el poder. La Constitución estadounidense da potestad al Capitolio para destituir a un presidente de su cargo que haya cometido traición, soborno y/o altos crímenes.

Es un proceso complicado que, de hecho, no ha sucedido nunca en la historia de Estados Unidos. Andrew Johnson y Bill Clinton fueron acusados pero absueltos y Richard Nixon renunció para evitar un impeachment casi seguro. Por el momento, el presidente de Estados Unidos actual está preocupado por la mancha que puede dejar en su legado el probable impeachment al que se enfrenta. Considera que “es algo malo que tener en el currículum”, según publica el medio digital estadounidense Axios. Hasta tres fuentes confirman que ésta es la mayor preocupación que Trump trasladó vía telefónica a los representantes republicanos del Congreso. Además, el presidente de Estados Unidos atacó el proceso de impeachment desde que empezó, exigiendo a sus subordinados que no colaboraran con la investigación y tildando el proceso de golpe de Estado.

La Casa Blanca se negó a cooperar

Cuando el primer informante denunció un posible abuso de poder por parte de Donald Trump, contó que varios trabajadores de la Casa Blanca “habían intervenido para bloquear todos los registros de la llamada, en especial la transcripción literal”, que no es pública.

Seguidamente, cuando Gordon Sondland, el embajador de Estados Unidos en la Unión Europea, tenía que entrevistarse con los demócratas para las investigaciones ya iniciadas en el proceso de impeachment, la Casa Blanca obstruyó esa entrevista horas antes de que Sondland apareciera en Capitol Hill. Un alto funcionario de la Administración, según cuenta The New York Times, dijo que no se proporcionarían otros testigos o documentos, y que la cooperación pararía inminentemente.

Poco después de que pasara esto, la Casa Blanca envió una carta de 8 páginas a los líderes demócratas del Congreso. En ella advirtieron de que no iban a cooperar con la investigación porque la consideraron ilegítima, partidista e inconstitucional. Por su parte, la portavoz del Congreso, Nancy Pelosi, emitió un comunicado en el que decía: “Se debe advertir a la Casa Blanca que los continuos esfuerzos para ocultar la verdad del abuso de poder del presidente al pueblo estadounidense se considerarán como una prueba más de obstrucción”. Añadió, además, un mensaje para Trump: “Señor presidente, usted no está por encima de la ley. Tendrá que rendir cuentas.”

Las complicaciones que plantea el impeachment

Hay demócratas que en 2018 ganaron sus primeras elecciones en distritos en los que había ganado Trump en 2016. Son los llamados purple states (“estados violeta”) que no tienen una tendencia clara republicana o demócrata. En unas nuevas elecciones, la votación a favor del impeachment por parte de estos congresistas podría significar que no fueran reelegidos. Con esa perspectiva en mente, el demócrata de Nueva Jersey Jeff Van Drew no sólo dijo que votaría no al impeachment, sino que se expresó su intención de cambiarse al partido republicano.

A finales de año había 194 congresistas a favor del impeachment, con lo que a Nancy Pelosi le salieron las cuentas, y según apuntó una lista del New York Times, aún quedaron algunos congresistas indecisos.

El proceso aún no ha pasado al Senado, donde tiene que haber también otro juicio político para determinar si Trump debe ser destituido o no. No obstante, algunos senadores republicanos no tienen pelos en la lengua y avisan de que “harán todo lo posible para que el proceso muera rápidamente”. Son palabras del senador republicano Lindsey Graham, presidente del Comité Judicial y aliado cercano del presidente Donald Trump, en respuesta a una pregunta de la periodista de la CNN Becky Anderson. Anderson le preguntó también si era apropiado para él expresar su opinión antes de que la acusación llegara al Senado, a lo que Graham respondió que si lo estaba haciendo era porque lo creía apropiado.

Mitch McConell, líder de los republicanos en el Senado dejó claro en FOX que sólo seguiría las directrices de la Casa Blanca, es decir, imparcialidad cero por su parte también.

Algo que también hubiera podido complicar el impeachment hubiera sido acusar a Trump de soborno y extorsión, por eso no se añadió el informe de Mueller sobre la trama rusa. No obstante, Jerry Nadler, el presidente del Comité Judicial, dijo que “el presidente dio la bienvenida a la interferencia extranjera en nuestras elecciones de 2016 y la exigió para las del 2020. Ese patrón de conducta representa un riesgo continuo para el país”.

Los demócratas más moderados pidieron mantener el proceso de impeachment muy centrado en la actuación del presidente con Ucrania  y no correr el riesgo de manchar el procedimiento con un informe que, aunque determinó que Rusia interfirió en las elecciones del 2016, no determinó que Donald Trump hubiera conspirado con Moscú, como explicaron en el podcast del New York Times dedicado en exclusiva al impeachment, The Latest.

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