
En septiembre, un periodista preguntó a Trump por la falta de estabilidad en su Administración. El presidente le respondió que “Tenemos personas que actúan. La razón por la que están actuando es porque estoy viendo si me gustan o no, y me gustan mucho, mucho. Hay personas que han hecho un mal trabajo, y las dejo ir. Si a eso le llamas falta de estabilidad, yo no”. Y añadió: “Yo digo que eso es ser inteligente. Eso es lo que hacemos.”
Sin embargo, Trump omitió un detalle, la mayoría del personal que deja la Administración lo hace por decisión propia, no porque el presidente les eche. Este año, hubo 11 dimisiones y 2 despidos. Los despidos fueron de John Kelly, el jefe de gabinete de la Casa Blanca, y John Bolton, consejero de Seguridad Nacional. A Kelly le despidió por mala relación, a Bolton porque no se pusieron de acuerdo en la decisión de recibir a los líderes talibanes en Camp David. La particularidad del despido de Bolton, el 10 de septiembre, es que se hizo pública como es habitual en Trump, por Twitter: “He informado a John Bolton de que sus servicios ya no son necesarios (…) dimitirá mañana”.
Entre las dimisiones destacan la de la secretaria de prensa, Sarah Sanders, que, como cuenta la web de la CNN, “redefinió en gran medida el puesto y esencialmente terminó con las habituales ruedas de prensa diarias en la Casa Blanca”. También la de Rick Perry, el secretario de Energía, un cargo crucial en el impeachment, ya que fue Trump el que dijo que la llamada al presidente ucraniano fue a petición personal de Perry.
Un Congreso con mayoría demócrata e integrantes socialistas
Si bien es verdad que la Blue Wave de la que tanto se habló antes de las elecciones de medio mandato no acabó de impactar el país, el Congreso de Estados Unidos se reajustó tras la victoria en las legislativas de 2018 y el 3 de enero se convirtió en más diverso, femenino e incluso socialista. Los demócratas ganaron 40 escaños y obtuvieron un total de 235, lo que les dio la mayoría absoluta que fue decisiva para iniciar, entre otros procesos políticos, el impeachment a Trump.
Entre las integrantes demócratas se creó el “squad”, un grupo de 4 mujeres congresistas de etnias diversas que se declaran socialistas. Entre ellas destaca Alexandria Ocasio Cortez, la congresista más joven de la historia de Estados Unidos, que representa a los distritos de Queens y Bronx. Es también impulsora del Green New Deal (o Nuevo Acuerdo Verde) que pretende luchar contra el cambio climático a través de la transformación de la economía estadounidense, además de combatir la desigualdad y mantener los empleos.
En febrero, Donald Trump pronunció el tradicional discurso anual del State of the Union (“Estado de la nación”). Aparte de que todas las congresistas demócratas vistieron de blanco para conmemorar los 100 años de acceso al voto de las mujeres en EE.UU., aprobado en 1920, llamó la atención el énfasis con el que Trump dijo las siguientes palabras: “Estados Unidos no va a ser nunca un país socialista”. Fue una respuesta a la redistribución del Congreso y también una advertencia para las elecciones del 2020.
Unas elecciones en las que el cambio climático tendrá un papel principal. De acuerdo con una encuesta que la Universidad de Yale lleva haciendo desde 2008, los estadounidenses nunca habían estado tan preocupados por el cambio climático como en 2019. Un 72% de ellos comentó que es un tema “importante a nivel personal”.
El periodista Emilio Doménech, que vive en Nueva York, cuenta en Newtral que “el discurso de la lucha contra el cambio climático es un discurso que los republicanos se han dejado ganar”. Partiendo de la base que el mismo Trump una vez dijo por Twitter que “el cambio climático es una farsa creada por los chinos”.
Estados Unidos es el segundo país del mundo con mayores emisiones de gas efecto invernadero. La propuesta del Green New Deal, aunque nació del plan climático de Bernie Sanders para 2016, ha sido colocada en la agenda por la congresista demócrata y se ha colado también en las primarias de su partido para las presidenciales del 2020.
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