La fórmula del éxito no existe, aunque empezar por ser un poco más exquisito con nuestras elecciones puede ser un buen comienzo.
Y sino, pasen y vean la historia de Rita Gracia, el paradigma de lo que hoy en día se denomina comúnmente una self-made woman.
Alguien dijo alguna vez que “o bien tienes excusas, o bien tienes éxito”. La mujer de la que estamos hablando aquí, Rita Gracia, podría haberse acomodado en el rol de “esposa de” que la sociedad machista de la época preconcebía para ella, pero quiso ser mucho más que eso. Y lo consiguió. Y de hecho, lo sigue haciendo.
En una cultura donde la apatía es abundante, resulta refrescante y esperanzador que Rita, a sus 69 años de edad (nació un 28 de enero del 1948) insista en que está enamorada de su trabajo.
Su sector es la inmobiliaria y, aunque los más incrédulos dirán que fue tan solo causa de la más fortuita serendipia, otros discutirán que ya estaba escrito. Yo añado que se lo ha currado, y mucho.
Aunque nació en Jumilla se crió en Catalunya toda su vida, y fue aquí dónde dio sus primeros pasos como agente inmobiliaria, con tan solo 14 años. Delfín, Pingüino y La Torre son los nombres de los primeros pisos cuyas ventas formalizó por escrito y construyeron su primera base como agente en el sector. Años más tarde probó suerte como peluquera, en un momento de incertidumbre y, pese llegar a trabajar con Llongueras, sintió que no era su sitio.
Long story short, al convertirse en treintañera decidió volver a su sector favorito, el sector inmobiliario y recuerda una anécdota con unos promotores (cuyos nombres prefiere no mencionar) que dudaron de ella al principio. En las primeras negociaciones le llegaron a comentar sorprendidos: “Es usted la primera mujer que se ha sentado aquí”. Ella, ni corta ni perezosa, les contestó que si era de su desagrado no tenía problema en marcharse.
“Soy una mujer que he aprendido en la calle, todo lo que sé me lo ha explicado la vida a golpes”, comenta con una sonrisa tímidamente orgullosa.
Quizás sea porque ella ha descubierto lo que le gusta, o porque sabe que conseguir lo que una se propone es posible con esfuerzo y coraje, siempre se empeña en que los que la rodean descubran su pasión y trabajen tanto como pueden para conseguir su sueño, porque ella los ha ido cumpliendo todos.
“Lo peor que puedo escuchar de la boca de un joven es que diga: bueno, estudio este grado porque es de lo que viviré”, y en ese momento me doy cuenta de que Rita ejerce lo que se conoce como el efecto Pigmalión sobre aquellos que la rodean y acuden a ella.
Tal efecto es descrito en psicología como el poder de influencia de una persona en el rendimiento de otra, y Rita tiene la habilidad, las ganas y los recursos para que Pigmalión se manifieste positivamente cuando sea necesario. Se nota incluso al hablar con ella. Nuestra conversación se llena de “ahora lo has dicho” (de ella hacia mi) al comentar y discutir sobre aspectos de la vida, creando un clima de empatía que contenta hasta las almas más adormecidas.
Se considera exitosa porque ha conseguido todo aquello que se ha propuesto y dice que le encantaría que su madre pudiera ver quién es ella ahora. No obstante, todo camino de rosas tiene sus espinas y reconoce con cierto regusto agridulce que “mis hijos no tenían a su madre en casa siempre que querían”.
Sus hijos no le retraen tal cosa, aunque mencionan que es muy perfeccionista y ligeramente mandona, a lo que ella contesta que “Si se hace algo, me gusta hacerlo bien. Soy sibarita y perfeccionista.” Aquellos que detesten la mediocridad estarán de acuerdo en que las medias tintas no llevan a ningún lado.
“En mi trabajo, el sector inmobiliario, es esencial ser excelente con el cliente, ofrecer facilidades y mostrar interés para conseguir el producto o la venta que se desee. Si eso se cumple, ya se tiene mucho ganado.”
Así explicado (en dosis homeopáticas) podéis ver una parte de quién es Rita Gracia, alguien que se convierte sin saberlo ni quererlo en un ejemplo a seguir, esa especie rara aún presente entre nosotras de personas que (sin buscarlo) solo pueden sumar.
Gracias Rita,
Love, Janira x
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