Hoy no es el día del libro.
Hoy no se celebra nada que nos recuerde que se siguen vendiendo letras agrupadas en hojas de papel rectangulares.
Hoy no hay ninguna excusa que justifique que compres un tomo cualquiera.
Sin embargo, no me queda otra que salir imperativamente en defensa del mismo.
Leo en el Vanity Fair de este mes un texto breve y brillante titulado “Mi vida Según el Algoritmo”, firmado por Emma Roig. En él, una frase capta especialmente mi atención:
“Los algoritmos de Google nos están haciendo muy predecibles y, en lugar de agrandar nuestras miras del mundo, nos están dando el equivalente a la visión tubular, la afección ocular que padece el millonario Steve Wynn en la que el campo de visión se reduce al equivalente a mirar por un túnel.”
Aquello que nos gusta no para de aparecer en forma de pop-ups (si es que aún no tienes un bloqueador de publicidad activado), tweets, mensajes y, en definitiva se convierte en estímulos que, en vez de hacernos crecer, alimentan nuestro ego y reafirman nuestros ideales. Tener opinión ES GENIAL (lo mejor de lo mejor), pero sólo cuando esta se nutre de contrastes, diferencias, discrepancias, vivencias y puntos de vista completamente distintos que, tras un trabajo reflexivo, la convierten en válida. Todos seguimos aquello que nos gusta y publicamos aquello que nos define. Nos autoprovocamos una visión en túnel asegurada por el algoritmo que rige internet y sus fines consumistas. “Los Brexit con los brexit, los pro-Trump con sus correligionarios.” Y tiro porque me toca.
Es por ello que necesitamos la lectura como necesitamos agua para vivir.
Necesitamos urgentemente formar una opinión rica en matices sobre temas y tópicos distintos, no discursos a golpe de tweet, ni actualidad a titular por segundo. No podemos conocer nada en profundidad a través de un blog (dice la que está escribiendo en uno). La inconsistencia se desmonta rápida y fácilmente y, aunque pesen lo mismo, 1 kilo de plastilina y 1 kilo de cemento NUNCA serán equivalentes (materialmente hablando).
Como no decidas por ti otros lo harán y será entonces cuando te quejes. Es por ello que no me cansaré nunca de decir que un libro puede convertirse en tu mejor amigo (aunque esta frase suene muy antisocial, pensad en ella). Un libro muestra una opinión argumentada y trabajada sobre un determinado tema y no tiene la posibilidad de modificarse según tus preferencias (a excepción de los libros con multiple choice, que ya son otro tema). Un libro te cuestiona y te invita a la reflexión, al conflicto interior y al cambio.
Hace un tiempo, cuando intentaba convencer a un gran amigo de que leer era necesario escribí algo así:
Lee sobre lo que te gusta, te disgusta y te incomoda. Lee porque sin quererlo amarás la simplicidad de la vida y el valor de los instantes. Lee porque serás un poquito más libre. Lee mucho, en todos lados, lee desordenado. Lee triste y cuando menos creas necesitarlo. Siempre he pensado que aquellas personas que dicen no gustar de leer es porque no han encontrado su libro, un buen libro. Si alguna vez te encuentras en una situación así no dejes de buscar. Todos tenemos épocas de búsqueda. Son tantos los libros y tan poco el tiempo…
¡Ah! Y, permitidme una última recomendación, un método para saber si alguien vale la pena que, hasta la fecha, me ha resultado infalible:
Si el sujeto no te aporta más que un libro, no pierdas el tiempo, quédate leyendo.
Love, Janira x
Que bonic!!! El quedo amb la final quote
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